lunes, 9 de febrero de 2009

Gracias nubes generosas

Mientras la lluvia taladra los tejados de la ciudad, no puedo menos que reflexionar en la bendición del agua, que la Naturaleza con su extrema generosidad nos regala sin pedir nada a cambio. Qué insensatos y precipitados son los que reclaman de los incómodos que la lluvia les trae a sus existencias de seres urbanos, anclados en la melodía catastrófica de los tubos de escape de las motocicletas y los motores desquiciados de los automóviles.
Yo elevo la vista hacia el cielo y agradezco de corazón la llegada de esas millones de gotas acróbatas, que además de refrescar el ambiente, regar los jardines e irrigar los árboles de la ciudad, nos permiten rescatar el vínculo primigenio con la Tierra.

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